La música, como la mejor terapeuta posible es asertiva: dice lo que necesita en el momento adecuado. Es empática, porque se pone en tus zapatos, genera resiliencia versus esperanza, y cuando hacemos musicoterapia, practicamos el “ghalumping”, la creatividad como un juego, (un término que inventó el escritor de Alicia en el país de las maravillas -Lewis Caroll, un matemático creador de historias llenas de música-) y que después se incorporó dentro de la antropología como uno de los talentos principales que caracterizan la forma de vida superiores: La energía del juego inmaculadamente estrepitosa y aparentemente inagotable de los cachorros, gatitos, niños, mandriles de muy poca edad, …y también de las comunidades y las civilizaciones (…) En los animales más evolucionados y en las personas tiene un supremo valor evolutivo. (Nachmanovitch, 2004).
Cuando hablamos, cantamos, generamos un ritmo, un tono, una armonía, una melodía, un silencio…elementos que se pueden analizar. Y el bebé en la tripa reconoce estos sonidos, independientemente de que cantes bien o mal, o regular o peor. Asi que, criadores del mundo ¡¡¡ cantad sin miedo!!!
Y tu voz es la mejor. No lo dudes.
El arte es una necesidad básica y la estimulación de la creatividad no hará más libres y más tranquilos. A peques y adultos.
Otro día, seguimos contando cosas de musicoterapia. ¡¡¡Tened un musical día!!!
¿Os atrevéis a ponerle música a este poema de Emily Dickinson?
Un abrazo Concertino